Fragmento de un artículo de Luis D'Elía:(...)
La antinomia, aunque no quisiéramos, vuelve a ser banqueros y ruralistas contra el resto de la sociedad argentina. O sea, aunque no le guste a Joaquín Morales Solá, la disyuntiva vuelve a ser oligarquía o pueblo.
(...)
Creo que no se puede confundir lo táctico con lo estratégico y que no se puede valorar un proceso político de acuerdo a la suerte personal o grupal que tengamos en el mismo. Primero la patria, decía el General Perón, lo recuerda alguien que sabe perfectamente de los dolores y maltratos que recibimos los movimientos sociales en el marco del kirchnerismo.
Personalmente creo que es correcta la decisión de Néstor Kirchner de conducir el partido justicialista, que viene de traicionarse a sí mismo en la segunda década infame del siglo XX, en donde sus estructuras abonaron el neoliberalismo conservador, las relaciones carnales con el imperio, el remate del Estado argentino, el indulto, la impunidad y el olvido de los dictadores, la flexibilización de derechos de nuestros trabajadores, entre otras lacras. Ese partido justicialista, con Néstor Kirchner a la cabeza, tiene la maravillosa posibilidad de volver al peronismo.
Comparto la visión de muchos nuevos dirigentes de ese partido que vienen reemplazando, particularmente en el conurbano de Buenos Aires, a lo que en la jerga política se dio en llamar los "barones del conurbano", ocurrente y oportuna afirmación para caracterizar las secuelas mafiosas, feudales y autoritarias dejadas por el duhaldismo.
Esta novel dirigencia ya dice a quien quiera oírla que hay que ganar el PJ, en particular su legalidad institucional, el día treinta de noviembre, para congelar la estructura al día siguiente y priorizar el rearmado del movimiento nacional y popular que debe interpretar a todas las identidades políticas originales que abrevan en el Frente para la Victoria, y en particular a los sectores sindicales y sociales que iluminaron la pelea contra el menem-duhaldismo en las horas aciagas de la patria.
Kirchner debiera convocar a todos los sectores que integramos el Frente para la Victoria para constituir una conducción colectiva que nos organice, que abra espacios de discusión política y que fundamentalmente despeje del corazón y la cabeza de miles de honestos compañeros las posibilidades del tan pregonado hegemonismo "pejotero", fomentado por los mismos que a la hora de las crisis más severas discutían "el poskirchnerismo" y se sorteaban las vestiduras del propio Néstor Kirchner y de Cristina Fernández.
Que esta victoria estratégica que se avecina y que modifica radicalmente las relaciones de poder en nuestro país la vivamos con mucha humildad y respeto por aquellos que lo han dado todo en aras de lo nuevo, para que podamos tener una patria para todos.
La antinomia, aunque no quisiéramos, vuelve a ser banqueros y ruralistas contra el resto de la sociedad argentina. O sea, aunque no le guste a Joaquín Morales Solá, la disyuntiva vuelve a ser oligarquía o pueblo.
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Creo que no se puede confundir lo táctico con lo estratégico y que no se puede valorar un proceso político de acuerdo a la suerte personal o grupal que tengamos en el mismo. Primero la patria, decía el General Perón, lo recuerda alguien que sabe perfectamente de los dolores y maltratos que recibimos los movimientos sociales en el marco del kirchnerismo.
Personalmente creo que es correcta la decisión de Néstor Kirchner de conducir el partido justicialista, que viene de traicionarse a sí mismo en la segunda década infame del siglo XX, en donde sus estructuras abonaron el neoliberalismo conservador, las relaciones carnales con el imperio, el remate del Estado argentino, el indulto, la impunidad y el olvido de los dictadores, la flexibilización de derechos de nuestros trabajadores, entre otras lacras. Ese partido justicialista, con Néstor Kirchner a la cabeza, tiene la maravillosa posibilidad de volver al peronismo.
Comparto la visión de muchos nuevos dirigentes de ese partido que vienen reemplazando, particularmente en el conurbano de Buenos Aires, a lo que en la jerga política se dio en llamar los "barones del conurbano", ocurrente y oportuna afirmación para caracterizar las secuelas mafiosas, feudales y autoritarias dejadas por el duhaldismo.
Esta novel dirigencia ya dice a quien quiera oírla que hay que ganar el PJ, en particular su legalidad institucional, el día treinta de noviembre, para congelar la estructura al día siguiente y priorizar el rearmado del movimiento nacional y popular que debe interpretar a todas las identidades políticas originales que abrevan en el Frente para la Victoria, y en particular a los sectores sindicales y sociales que iluminaron la pelea contra el menem-duhaldismo en las horas aciagas de la patria.
Kirchner debiera convocar a todos los sectores que integramos el Frente para la Victoria para constituir una conducción colectiva que nos organice, que abra espacios de discusión política y que fundamentalmente despeje del corazón y la cabeza de miles de honestos compañeros las posibilidades del tan pregonado hegemonismo "pejotero", fomentado por los mismos que a la hora de las crisis más severas discutían "el poskirchnerismo" y se sorteaban las vestiduras del propio Néstor Kirchner y de Cristina Fernández.
Que esta victoria estratégica que se avecina y que modifica radicalmente las relaciones de poder en nuestro país la vivamos con mucha humildad y respeto por aquellos que lo han dado todo en aras de lo nuevo, para que podamos tener una patria para todos.
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