martes, 25 de marzo de 2008

Un fulbito por la memoria

La crónica de una fuga se transformó en la crónica de la vida y la memoria. Treinta años después, Claudio Tamburrini volvió a Mansión Seré. Vestido de arquero (un arquero con pantalones acolchados y todo), algo más gordo, pero con el dominio del arco de sus tiempos en el club Almagro.
Posó para las fotos con Rodrigo de la Serna –que lo representó en el protagónico de la película de Adrián Caetano–, con Pablo Echarri, el resto del elenco, un nutrido grupo de ex futbolistas como él y un par de músicos de rock: Iván Noble y Palo Pandolfo. Muchos se conocieron ahí, en ese predio llamado Gorki Grana, de espaciosas instalaciones y una cancha que, de tan bien cuidada, envidiaría cualquier estadio de césped raleado.
El partido, en rigor la excusa (le pusieron “Fútbol por la Vida”), estaba a punto de comenzar.
A Martín Sabbatella, el intendente de Morón, lo convocaron para dar el puntapié inicial. No había tiempo que perder. Los dos equipos, donde se mimetizaban jugadores, actores y periodistas, ya desparramaban adrenalina en piques cortos de calentamiento.

Fuente:Crítica

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