
"No aumentar de peso ya sería un buen logro", reconoce Marcela Ciaño, jefa del servicio de alimentación de la Clínica Suizo Argentina. Y amplía: "Las vacaciones son un momento crítico, ya que a los horarios distintos de comidas se agrega una mayor tendencia a elegir alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas. Sentimos que en esos días todo está permitido".Facturas en el desayuno, choclo con manteca a media mañana, una hamburguesa como almuerzo en el parador, churros para la merienda, pan con manteca en el restaurante mientras esperamos los ravioles, y el día termina con un cucurucho bañado. Un combo fatal.
"El cambio brusco de hábitos y las reuniones sociales hacen muy difícil retomar los ritmos saludables. Se produce un aumento de la ingesta por el picoteo fuera de hora y la densidad calórica de las comidas. Y se pierde calidad en los alimentos por su mayor costo en los centros de descanso.
Es común ver a los pacientes mucho tiempo después con trastornos asociados a los excesos vacacionales", advierte César Casávola, jefe de nutrición del Hospital Alemán.
Fuente: Clarin
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