viernes, 13 de junio de 2008

I.O.M.A.-SUTEBA

LA SALUD, ¿UN DERECHO DE TODOS?

El domingo 1 de junio a las 6 de la madrugada mi esposo, Ángel Barletta, entró en un cuadro denominado status epiléptico, caracterizado por convulsiones continuas, sin recobrar el conocimiento. Llamamos a Vittal en virtud del convenio de dicha empresa con SUTEBA. La ambulancia llegó rápidamente y la atención dada por los médicos fue atinada para el enfermo y contenedora para el resto del grupo familiar. Cuando el profesional solicitó la derivación a la central, literalmente nos dejan a la deriva: asignan el “Sanatorio San Miguel”, un moridero situado a 40 km. de nuestro domicilio. Allí Ángel permanece 4 horas tirado en una cama sucia, sin ser auscultado ni medicado; esperando una tomografía que “ya le van a hacer”, hasta que la médica de guardia se entera de que el tomógrafo hacía varios días que no funcionaba. Luego de ese tiempo sin medicación, vuelve a convulsionar y me veo en la necesidad de arrastrar al médico de terapia intensiva hasta el lugar donde él estaba, ya que no había ningún otro profesional en el Sanatorio. Cuando el doctor evalúa el cuadro; me dice que, si lo que tiene es un derrame cerebral y no se le hace rápidamente una tomografía para ver la zona y drenar, “tu marido se muere”. La tomografía se la hacen en una salita pública de Bella Vista y, por suerte, no muestra signos de sangrado. Lo trasladan a terapia y allí pasa 4 días, recibiendo todo tipo de maltratos físicos y psíquicos a un costo para IOMA (todos nosotros) de $810 por día más la medicación, estudios y honorarios. Todas las negligencias e irregularidades de la clínica forman parte de una denuncia a la Obra Social.

Desde el primer momento; nos comunicamos con el Responsable del Centro de Salud de La Matanza, quien por cierto no tenía porqué atendernos un domingo, pero sí con su trabajo de lunes a viernes evitar que sucedan estas cosas. Primero dijo a los familiares que el director del IOMA (sic) iba a llamar a la clínica, para más tarde apagar el teléfono y mandar a decir que nada podía hacer. Al día siguiente, me comunico con la Secretaria de Acción Social y Turismo del Consejo Ejecutivo Provincial, Cra. Vilma Alvarado. Ella, después de discutir conmigo entre otras cosas la calidad de las prestaciones del IOMA y cubrir al responsable de La Matanza, me ofrece dialogar con un médico auditor (que no es cualquier profesional, según ella) que me va a ayudar a conseguir una mejor atención para mi esposo. El Dr. Litvak (desconozco la escritura del apellido) me dice que ponga paños fríos, que trague saliva y que esto es Argentina (transcripción de la conversación a disposición). También me dice que se va a comunicar con el director de la clínica. Sin embargo, cuando yo le solicito al director el martes que firmara la derivación de mi esposo y le pregunto si el auditor había conversado con él, lo niega.

Entre el martes y el miércoles, logramos que la clínica firmara la derivación y con mi familia llamamos a distintas instituciones (Fleni, Clínica Constituyentes, Cruz Celeste, El Buen Pastor, Hospital Italiano, Hospital Ramos Mejía, entre otras). La respuesta de todas era idéntica: no tenían camas disponibles En estado de desesperación, me comunico el día miércoles con Yanina (empleada del Centro de Salud de La Matanza), quien se ofrece a pasarme más teléfonos para que siga llamando desde San Miguel a otros centros asistenciales. Allí la increpo acerca de cuáles son las ventajas del coseguro de salud que pagamos a Suteba todos los meses. Si se trata de un consultorio con algunos buenos médicos, eso lo ofrecen otros sitios privados también. Le digo que lo único que creo que ellos van a hacer es juntar dinero para la corona, si mi marido se muere. Aclaro que lamento y me he disculpado por haberle hablado a ella en esos términos porque siempre se mostró amable e interesada, pero el responsable del Centro de Salud no estaba, Vilma Alvarado estaba en una reunión muy importante y del Dr. Litvak, ni noticias. A partir de ese momento, nuestra familia y amigos comienzan a llamar y a hacerse presentes insistentemente en el Centro de Salud de Matanza y en la Sede Gremial. Por la tarde, se comunica conmigo el vocal docente del Ioma, Daniel Blanco, que me aclara haberse enterado en ese momento del problema. Finalmente, después de varias conversaciones y de esperar 10 horas la ambulancia, trasladan a mi marido el jueves a las 5 de la madrugada a la clínica Constituyentes de Morón, sin entregar el Sanatorio San Miguel la historia clínica. Allí es atendido como un ser humano y le dan de alta el sábado 7.

Deseo agradecer profundamente a todos los compañeros que se interesaron por Ángel y por nosotros, su familia. La buena atención de salud cura y los afectos también. Es de público conocimiento que ninguno de nosotros apoya la política gremial de la conducción Celeste, pero también es público que jamás hemos mezclado las cosas: una cosa es discutir democráticamente los destinos de los trabajadores de la educación y otra es la política del “todo vale”. Recuerdo haber enviado una carta a la conducción Violeta cuando ganó las elecciones y reivindicó haber ganado en escuelas como la 32 donde era titular Vilma Alvarado, diciéndoles que el triunfo no daba derecho a las chicanas. Hemos participado muchas veces en marchas contra los abusos y las malversaciones del IOMA. Reivindicamos la salud pública y la medicina solidaria por encima de los negocios. Ahora, con la vocalía, somos parte del Honorable Directorio. ¿Será que eso, en lugar de ayudarnos a mejorar, nos ata las manos?. Escuché en estos días historias parecidas a la nuestra, con derivaciones al menos sospechosas por la distancia y las condiciones de la prestación. Si nos sucede algo el fin de semana o los días hábiles después de las 13, estamos a merced de donde nos “deriven”. Si las camas son insuficientes en algunos distritos, es hora de que el IOMA establezca nuevos convenios. Seguramente esta internación de Ángel fue más cara para todos nosotros (los que mantenemos al IOMA) que si hubiéramos podido ir a algunos de los sitios (cubiertos por la Obra Social) donde se tratan epilepsias.

Quienes me conocen, saben que no voy a dejar pasar esto. Además de iniciar las acciones legales que corresponden, me parece un deber hacerlo público para que no vuelva a suceder con nadie. Como dije antes; no todo vale y seguramente hay responsables. Sería bueno y justo que todos pudiéramos saber quiénes son y de qué modo la conducción del SUTEBA obrará en consecuencia. La salud debe ser, como siempre se ha pregonado, un derecho de todos los compañeros.

Graciela Inés Carballo-DNI 12.667.109-Afiliada a IOMA y a SUTEBA

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